domingo, 13 de marzo de 2011

Rango

Alguien me dijo que me adapto a la persona con quien estoy compartiendo tiempo o a la situación que estoy viviendo y eso me llevó a la idea de que en un determinado momento dejo de ser quien soy por el simple hecho de lograr aceptación, o tal vez me camuflo bajo máscaras para protegerme del dolor. La realidad es que soy muy delicada y me quiebro con facilidad aun cuando pareciera ser bastante fuerte.

Estoy cimentada en mis principios, tengo la capacidad de ver el interior de las personas y aprender de ellas, soy fuerte y valiente cuando tengo el control, pero si me presionas me paralizo.

Vivo dentro de una burbuja de cristal, soy demasiado confiada, pienso bien de las personas sin prever que puedan hacerme daño. Me aferro a la idea de que las cosas mejorarán.

Me gano la confianza de la gente y su cariño, me comprometo sin medir las consecuencias, voy de un problema a otro, hasta verme enfrentada conmigo misma, perdiendo el sentido de mi existencia y buscando una solución fácil: LA MUERTE; pero por más que lo intento no la encuentro.

En ocasiones soy una niña caprichosa, muy directa: digo las cosas tal y como las pienso, sin arreglar nada, sin medir el bien o el mal que puedo hacer. Peleo, enfrento, reto.

También puedo ser como una serpiente y atemorizar con mi apariencia hostil: ¡No te metas conmigo, sé como hacerte mucho daño!

En fin, es hora de dejar de ser los múltiples personajes a los que he estado acostumbrada y encontrar mi propia identidad, sin mentir, sin fingir...

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