sábado, 4 de febrero de 2017

Tarde...

En este tiempo en el cual no hago más que respirar apareces tú.

Me sorprendió que tocaras mi puerta. Daba por hecho que nunca lo harías y sin pensar lo que pasaría estuve dispuesta a dejarte entrar, sin imaginar lo que ahora estoy viviendo.

Me dueles. Parece que tengo dentro del pecho un globo que va inflándose y hace que sea más difícil respirar. Me ahoga.

Estuviste junto a mí y pensaba que siempre sería así. No valoré tu compañía. Soñaba con otro cielo y decidí volar hacia él.

Me estrellé. Mis sueños se volvieron pesadillas y busqué tu compañía nuevamente, pero el dolor en mí era más fuerte y preferí alejarme de ti.

Cuando quise volver de nuevo, tú ya volabas hacia otro rumbo y no podía acompañarte, no debía acompañarte.

Un día me propusiste volar juntos y ya no separarnos, pero para ese día ya no había nada en mí para darte y preferí dejarte libre.

Te amé, tal vez nunca lo demostré, y aunque en este momento siento exactamente eso, sigo convencida de que alejarme de ti fue y es lo mejor.  Me alegra verte feliz.

Debo despedirme de ti. Desde que volviste no paro de imaginar que escapamos juntos sin que nada ni nadie importe. Días de fuga…

Tal vez eres una asignatura pendiente y por eso desperté, para aprobarla y luego volver a dormir.

Gracias por todo lo que me diste.